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25 Abr 202420:58

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Llorenç Mitjavila (BCG): “Es necesario ver la IA como un aliado para aumentar nuestra productividad, no como un competidor”

25 Oct 2018 — 04:57
A. Pijuán
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El responsable de BCG Gamma en España y socio de la oficina de Barcelona de The Boston Consulting Group identifica el cambio cultural, el talento y la tecnología y la escalabilidad de las soluciones como principales escollos de la adopción de la IA.

Llorenç Mitjavila (BCG): “Es necesario ver la IA como un aliado para aumentar nuestra productividad, no como un competidor”

 

Llorenç Mitjavila es socio de la oficina de Barcelona de The Boston Consulting Group (BCG) y responsable en España de BCG Gamma, la unidad especializada en desarrollo de soluciones de inteligencia artificial y analítica avanzada de la consultora. Ingeniero Industrial por la Universitat Politècnica de Barcelona (UPC), el experto se unió al equipo de BCG en 2007 procedente de Deutsche Bank. Mitjavila es uno de los socios responsables del informe Artificial Intelligence: Have No Fear, elaborado por BCG Gamma junto a Ipsos.

 

Pregunta: En España, el 16% de los encuestados aseguran que trabajan en organizaciones que están implementando IA, lejos de China (31%), Canadá (26%) o Estados Unidos (24%). ¿Qué pueden aprender las organizaciones españolas de estos países en este aspecto?

R.: La implementación de inteligencia artificial (IA) en empresas y organizaciones “tradicionales” no es algo sencillo, sobre todo si se pretende capturar todo su potencial. No se trata de “un proyecto más” dentro de la organización, sino de una transformación profunda que requiere un cambio cultural importante, tiene implicaciones organizativas, y es necesario gestionarlo a través de una hoja de ruta bien definida. Ante semejante reto, siempre es bueno mirar fuera, y entender qué les ha funcionado a otros, y qué problemas han tenido. Comprender cómo están apalancando la IA otras empresas y qué decisiones están tomando los diferentes gobiernos al respecto, es fundamental para avanzar en la decisión adecuada, evitando algunos de los errores de aquellos que ya han recorrido parte del camino.

 

 

P.: ¿Como China?

R.: China es un buen ejemplo de país que está marcando el rumbo a seguir en el mundo de la IA. Su gobierno ha impulsado de forma decidida el desarrollo de esta tecnología a través de importantes subvenciones y los resultados están ahí: algunos de los principales colosos actuales, como Alibaba, Tencent o Baidu, se apalancan de forma clara y decidida en soluciones de IA. Estas organizaciones tratan el dato como un activo clave de la empresa y lo gestionan de forma activa. Al mismo tiempo, creo que es justo admitir que la “industria” de la IA está todavía en una fase de madurez relativamente baja. Son pocas las empresas que han conseguido desarrollar soluciones de IA y escalarlas a lo largo de la organización para capturar valor y generar ventaja competitiva. Esto no va de copiar a otros, sino deque cada organización trace su propio plan y estrategia en torno a la IA, y empezar a desarrollar las capacidades necesarias para poder ejecutarlo. El acceso al talento será uno de los principales factores limitantes a la hora de poder implementar IA en los próximos años.

 

 

P.: El porcentaje de empresas que han abrazado la IA es menor al 20%, pero los españoles son los que demuestran un mayor grado de curiosidad (después de China) por esta tecnología. Por qué, siendo de los más curiosos, ¿no se está apostando tanto por ella como en otros países?

R.: Hay una diferencia significativa entre sentir curiosidad por una tecnología a nivel de usuario y decidir invertir recursos de la empresa en investigar cómo dicha tecnología puede suponer una fuente de valor y generar impacto. Que el consumidor español se sienta atraído por la IA no debería sorprendernos: recordemos que España es uno de los países que históricamente ha tenido mayor penetración de smartphones y fibra hasta el hogar (Ftth) de Europa. La tecnología atrae a los consumidores españoles.

 

 

 

 

P.: ¿Y en el ámbito empresarial?

R.: La realidad es algo distinta. España tiene un tejido empresarial bastante fragmentado. Las pymes, que típicamente disponen de menos recursos para explorar nuevas tecnologías, tienen un peso específico muy grande, y las empresas son algo más conservadoras a la hora de afrontar inversiones en tecnologías que todavía son poco maduras. Según el último ranking de innovación de Bloomberg, España ocupa la posición 29 en una lista encabezada por Corea del Sur, Suecia y Singapur. Obviamente, no se puede generalizar, pero los presupuestos de i+D+I de las empresas españolas parecen estar por debajo de los de otros muchos países. La cultura del fast follower es común en muchas de las grandes empresas del país: esperar a invertir en una tecnología hasta que se haya demostrado su madurez y su capacidad de generación de valor. Es posible que con la IA esté sucediendo lo mismo: muchas empresas están desarrollando soluciones específicas para empezar a entender la tecnología y ver las oportunidades que ofrece, pero no ha habido una apuesta tan decidida por escalar la IA y generalizarla dentro de la empresa como en otros países como por ejemplo China o Estados Unidos. En cualquier caso, la IA está en la agenda de las principales empresas españolas con las que hablamos, y estoy convencido de que su adopción incrementará de forma significativa a corto y medio plazo.

 

 

P.: ¿Cuáles son los principales escollos para las empresas españolas a la hora de implementar la IA?

R.: Implementar la IA, y hacerlo a escala no es algo evidente, especialmente para las empresas “tradicionales” con un legado importante tanto de procesos, personas y tecnología. Existen tres escollos principales que las empresas deben superar para poder desplegar soluciones de IA de forma relativamente masiva, más allá de las fronteras banco de pruebas de un laboratorio. En primer lugar, el cambio cultural y la implantación de nuevas maneras de trabajar. El componente tecnológico de la IA (crear los modelos de analítica avanzada, e integrarlos en el ecosistema tecnológico de las compañías) solamente supone en torno al 30% del esfuerzo de despliegue de la IA. El 70% restante está ligado a modificar la cultura y la forma en la que las compañías toman sus decisiones operativas y de gestión: una revisión profunda de los procesos, la inyección de nuevas metodologías de trabajo basadas en principios agile, ruptura de silos y una apuesta fuerte por la transparencia, mayor foco en la evidencia analítica y confianza en modelos complejos, etc.

 

 

P.: ¿En segundo lugar?

R.: La disponibilidad de talento. Los perfiles necesarios para la ingeniería de datos y la creación de modelos utilizando técnicas de inteligencia artificial son escasos en el mercado, y existe una auténtica lucha para conseguir hacerse con sus servicios. Además, los incentivos que buscan estos perfiles son algo diferentes a los tradicionales: inquietud por mantenerse en primera línea a nivel de conocimiento, necesidad de resolver nuevos problemas y enfrentarse a retos complejos, cultura que permita la exploración y la investigación de nuevas técnicas, etc. En muchas ocasiones, los esquemas de compensación y las propias políticas “clásicas” de las grandes empresas dificultan que estos perfiles tan demandados puedan sentirse cómodos en ellas. Por ello, el reto no consiste solamente en contratarlos, sino en conseguir retenerlos.

 

 

 

 

 

P.: ¿Y el tercer escollo?

R.: La tecnología y la escalabilidad de las soluciones. Las soluciones basadas en IA deben tener acceso a datos de calidad, e interactuar con los sistemas legacy de las compañías que soportan la operativa y los procesos de decisión. Las empresas deben desplegar nuevas arquitecturas basadas en plataformas digitales y de datos que conviven con sus sistemas tradicionales, y que permiten desplegar soluciones de forma mucho más ágil que en el mundo del IT tradicional. Estas nuevas arquitecturas, altamente componetizadas y muy escalables, están en continua evolución. El abanico de opciones y elementos cambia continuamente. Por ello, también en el ámbito tecnológico las empresas se enfrentan al reto de dotarse de las capacidades necesarias para diseñar y gobernar la evolución. 

 

 

P.: Una gran parte de los españoles encuestados también consideran que la IA es un “imperativo estratégico para su empresa”. ¿Puede ponerme tres ejemplos de las mejoras que puede traer la implementación de la IA?

R.: La IA está muy presente en nuestro día a día, aunque en muchas ocasiones de forma completamente transparente para nosotros. Al navegar por Internet, hay publicidad personalizada. Qué anuncio o promoción se aplica a cada persona en cada momento se decide mediante modelos avanzados de IA que permiten una clasificación de cada cliente en función de sus características, comportamiento y patrones de navegación. Con ello las empresas consiguen aplicar a los clientes una experiencia completamente personalizada, identificar los clientes de mayor valor o mayor probabilidad de conversión y aplicarles las acciones más efectivas en cada momento, etc. La relación cliente-empresa se torna completamente individualizada, de forma automática. En el ámbito oncológico, existen ya soluciones de IA que permiten identificar de forma temprana células potencialmente malignas a partir del análisis de una mamografía. Se ha demostrado que la precisión de estos modelos supera ya la humana.

 

 

P.: ¿Algún otro ejemplo a remarcar?

R.: Una conocida aerolínea europea ha desarrollado una plataforma tecnológica de gestión de incidencias que permite reajustar en tiempo real la planificación de su flota de aviones y de las tripulaciones cuando surgen desviaciones respecto al plan original. Ello contribuye a disminuir significativamente el impacto en los viajeros y los retrasos cada vez que surge un imprevisto. Existen muchísimos ejemplos como estos. Algunos permiten a las empresas ganar eficiencia operativa y reducir costes. Otros suponen nuevas fuentes de ingresos, permiten crear nuevos productos y servicios, o incluso suponen nuevos modelos de negocio que pueden llegar a transformar industrias enteras.

 

 

 

 

 

 

P.: ¿Quién debe liderar la implementación de la IA en el seno de la empresa, el equipo directivo, el departamento de TI, otras áreas...?

R.: En el ámbito de la IA, al igual que sucede con las iniciativas de transformación digital, la clave es enfocar la adopción desde la perspectiva de las problemáticas de negocio que estamos tratando de resolver. Un enfoque puramente tecnológico, del estilo “invirtamos en esta nueva tecnología para aprender, y ya veremos qué hacemos con ella”, suele ser la receta del fracaso: inversiones importantes, desilusión ante la falta de resultados e impacto tangible. Por el contrario, las empresas deben primero reflexionar sobre cuáles son las fricciones que están tratando de resolver: problemas reales de negocio que suponen una pérdida de valor para la compañía. Una vez definido el qué, las empresas deben abordar el cómo, y es en este momento cuando la IA, al igual que otras posibles soluciones digitales, debe tomar protagonismo. La tecnología al servicio del negocio (y el negocio al servicio del cliente), y no al revés.

 

 

P.: Entonces, ¿cuál sería el papel del equipo directivo?

R.: Es importante que el equipo directivo, y en especial los negocios, estén implicados en las reflexiones desde el día uno, y esponsoricen la ejecución de las iniciativas de IA. Además, siguiendo con el racional del 30% tecnología y 70% gestión del cambio, su rol en conseguir capturar el valor potencial derivado del despliegue de soluciones de IA es clave. Ellos deberán ser quienes lideren la transformación cultural y el cambio dentro de la empresa. Y obviamente, en todo este proceso la colaboración de las áreas de TI es fundamental: las soluciones de IA deben integrarse con el resto de herramientas tecnológicas de la empresa y, además, es clave desarrollar los interfaces para alimentar de información la plataforma de datos sobre la que se construye esta capa de analítica avanzada.

 

 

P.: En el informe explican también que cuatro de cada diez empleados aseguran que sus directivos han comentado con ellos “el desarrollo de la IA de la organización y su transformación digital”. Teniendo en cuenta el contexto actual, ¿cómo valora este porcentaje?

R.: En otro estudio que hemos realizado recientemente junto con el MIT observábamos que la práctica totalidad de las empresas considera que la IA será un factor decisivo en su devenir en los próximos cinco años. La conclusión era la misma independientemente de si la empresa era ya un actor avanzado en la IA, o si estaba en estadios mucho más incipientes. Por lo tanto, es evidente que la IA está aquí para quedarse, lo cual obliga a las empresas a afrontar el reto de forma proactiva. Si a eso le añadimos la preocupación existente entre muchos empleados sobre si la IA supondrá una pérdida efectiva de puestos de trabajo, parece inevitable que se abra un diálogo entre directivos y empleados sobre este tema. El factor clave, sin embargo, es cuando debe producirse dicho diálogo.

 

 

 

 

 

 

P.: ¿Y cuándo debería producirse?

R.: La realidad es que una gran mayoría de las empresas están todavía dando los primeros pasos hacia un uso masivo de la IA, y pasarán años hasta que consiga desplegar la tecnología a escala. Además, a día de hoy no existe consenso sobre si el balance neto de la IA será una reducción significativa de puestos de trabajo o si los puestos suprimidos por la automatización se compensarán con los nuevos roles derivados del despliegue de esta tecnología. En este sentido, abrir un debate en el que muchos directivos no tienen todavía suficientes elementos para formarse una decisión informada parece, cuanto menos, arriesgado.

 

 

P.: ¿Las preocupaciones de los españoles (posible desaparición de sus puestos de trabajo, deshumanización del empleo...) son infundadas?

R.: Simplemente insistir en un par de ideas. No existe consenso sobre cuál será el balance neto entre la desaparición de determinados puestos de trabajo -los que habitualmente llamamos de “bajo valor añadido”, aquellos fácilmente automatizables-; y la creación de otros. Pero lo que sí está claro es que la IA debe verse, por lo menos a día de hoy, como una herramienta para aumentar las capacidades de los empleados que desempeñan trabajos de “valor añadido”. La tecnología debería incrementar la productividad de los empleados, así como su eficacia. En más de una ocasión nos referimos a la irrupción de la IA como la nueva revolución industrial del siglo XXI. El símil es interesante, porque también durante la revolución industrial existía un fuerte temor a que las máquinas productivas destruyesen miles de puestos de trabajo, y contribuyesen a la desigualdad social. La realidad fue muy diferente y, en mi opinión, estamos ante una situación similar. En cualquier caso, el rol de los departamentos de recursos humanos en las empresas será clave para gestionar este cambio.

 

 

P.: ¿Cómo revertir esta percepción sobre la IA en España?

R.: El cambio cultural es fundamental. Es necesario ver la IA como un aliado para aumentar nuestra productividad y no como un competidor. Si un programa puede detectar mejor el cáncer que un médico ¡genial! El médico tendrá más tiempo para estar con el paciente. Si un programa puede hacer una tarea monótona de nuestro trabajo ¡perfecto! Podremos aprovechar ese tiempo para otras tareas más interesantes. En este sentido, creo que es responsabilidad de todos los creadores de opinión ser precisos y transparentes sobre la realidad de la IA. Los directivos y los departamentos de recursos humanos deberán poner énfasis en el valor aportado por la IA y en cómo ésta permite mejorar la calidad del trabajo, y ofrece oportunidades de formación y crecimiento. Los medios de comunicación también juegan un rol importante.

 

 

 

 

 

P.: ¿Sería necesaria una mayor educación del empleado en términos de digitalización y nuevas tecnologías?

R.: Hoy en día son ya muy pocos los empleos que no requieran utilizar nuevas tecnologías. De hecho, nuestra sociedad las incorpora ya en prácticamente todos los ámbitos. En el entorno laboral, todos los sectores se están enfrentando a cambios en la forma de trabajar, desde la adopción de metodologías ágiles al uso de los datos. Este nuevo entorno requiere un replanteamiento de la capacitación de los empleados actuales y futuros. BCG ha abordado este desafío en empresas de todo el mundo, y entre un 50% y un 70% de los puestos de trabajo actuales requerirán un reskilling profundo. Es algo que individuos y organizaciones deben contemplar y prever ya que no se producirá de manera natural. Sin duda, una mejor educación en términos de digitalización y tecnología será clave.

 

 

P.: Francia invertirá unos 1.500 millones de euros hasta 2022 en investigación en IA. Usted señala también la importancia de las start ups que apuestan por la IA y la financiación que están consiguiendo. ¿Es necesaria una mayor implicación del Gobierno en este aspecto?

R.: Barcelona y Madrid son dos ciudades atractivas para la comunidad de IA. Hay que aprovechar la oportunidad. Estamos viendo como grandes multinacionales eligen nuestro país para instalar centros de trabajo relacionados con la IA. Aquí encuentran talento, costes laborales moderados y les es posible atraer talento extranjero. Los puestos de trabajo que crean son de alta calidad, por lo que el gobierno debería velar para que se sigan dando las condiciones para que esa dinámica continúe.

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