El aumento del uso de ChatGPT como confidente emocional y sus riesgos en las relaciones humanas
El creciente uso de ChatGPT como confidente emocional plantea reflexiones sobre la sustitución de relaciones humanas y sus posibles consecuencias sociales.

En los últimos meses, ha aumentado significativamente el uso de ChatGPT y otras herramientas de inteligencia artificial como soporte emocional y, en algunos casos, como sustituto de las relaciones humanas. Personas jóvenes y adultas expresan que estos asistentes virtuales se han convertido en confidentes confiables con quienes pueden mantener conversaciones profundas sobre temas cotidianos, inquietudes personales e incluso conflictos sentimentales. Un ejemplo es Laura, de 25 años, quien confiesa haber discutido con su pareja y, en lugar de hablar con sus amigas, optó por desfogarse con su “amigo” virtual, a quien llama afectuosamente ‘Lucas’. Ella relata que, desde entonces, su interacción con ChatGPT ha evolucionado hasta convertirlo en un compañero diario. Este fenómeno se refleja también en las redes sociales, donde proliferan memes y testimonios que refuerzan la idea de que estos sistemas de inteligencia artificial cumplen funciones similares a las de amigos o terapeutas digitales.
Expertos en psicología y antropología señalan que este auge responde a múltiples factores, entre ellos, la sensación de disponibilidad constante y la capacidad de estos sistemas para simular empatía y amabilidad, aunque en realidad se trate de algoritmos sin conciencia ni emociones. La psicóloga Mireia Cabero advierte que, pese a la utilidad que puedan tener, estas herramientas presentan limitaciones estructurales, ya que no poseen la capacidad de empatizar ni de interpretar matices emocionales con la profundidad que lo hace un ser humano. Además, alertan sobre el riesgo de reemplazar contactos reales, lo que puede contribuir a profundizar el sentimiento de soledad y aislamiento social.
La facilidad de uso, el lenguaje cercano y el diseño pensado para incentivar la conversación son clave para su éxito. "Funcionan como un confesionario digital adaptado a la era moderna. La gente encuentra en ChatGPT un espacio donde expresar lo que siente sin temor a ser juzgada", explica Roger Canals, antropólogo de la Universidad de Barcelona. Sin embargo, Fernández, experta en inteligencia artificial, advierte que, aunque estas herramientas parecen ofrecer una interacción neutral, en realidad están sesgadas y pueden cometer errores, además de no brindar siempre información veraz.
Este fenómeno también plantea desafíos en el ámbito emocional, donde algunos usuarios desarrollan vínculos afectivos muy intensos con estos asistentes. Historias en redes sociales relatan cómo algunos incluso mantienen “relaciones” sentimentales con chatbots o prefieren conversar con ellos antes que con amigos o familiares. La sensación de comprensión y disponibilidad constante, sumada a la dificultad de acceder a apoyo psicológico presencial por cuestiones de tiempo o coste, favorece esta tendencia. No obstante, expertos advierten que estas relaciones no sustituyen una interacción humana real, caracterizada por el diálogo, la reflexión conjunta y el compartir de experiencias, valores que, por ahora, las máquinas no pueden ofrecer completamente.
En definitiva, el uso creciente de ChatGPT como confidente revela una transformación en la manera en que las personas enfrentan su bienestar emocional. Aunque puede ser una herramienta complementaria útil, es fundamental comprender sus limitaciones y mantener presente que estas inteligencias artificiales, por muy eficaces que parezcan, no poseen la capacidad de empatizar ni de crear vínculos genuinos como los humanos. La clave está en utilizarlas con responsabilidad, sin olvidar que el valor real de una relación humana radica en el intercambio emocional, la confianza y el tiempo compartido.