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Pere Ortega (Centre Delàs): “Desde la edad de hierro, cualquier avance de la historia se ha aplicado a la industria armamentística”

23 Abr 2018 — 04:57
A. Pijuán
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El presidente del Centro Delàs de Estudios por la Paz identifica los drones y la robótica como las innovaciones con mayor impacto en la industria militar de los últimos años.

Pere Ortega (Centre Delàs): “Desde la edad de hierro, cualquier avance de la historia se ha aplicado a la industria armamentística”

 

Pere Ortega es presidente del Centro Delàs de Estudios por la Paz desde 2013. Licenciado en Historia Contemporánea y posgrado en Hacienda Pública por la Universitat de Barcelona. Preside, además, la Federación de ONG per la Pau desde hace cinco años y trabaja como investigador y analista de temas de paz, no-violencia, desarme y conflictos. Ortega considera que el vínculo entre la tecnología y la industria militar es “muy estrecho” e identifica la robótica como una de las últimas revoluciones para el sector armamentístico.

 

Pregunta: ¿Cuál ha sido la principal contribución del ámbito militar al sector tecnológico?

Respuesta: El vínculo es muy estrecho. Esto no quiere decir que todas las innovaciones tecnológicas se lleven a cabo desde el sector militar. Pueden descubrirse en el ámbito civil pero, inmediatamente, la industria militar quiere que se aplique al armamento. Cuando se descubrieron las tecnologías de la información, desde el ordenador hasta Internet, el Pentágono no dejó que se explotaran comercialmente por los civiles hasta que no hubieron exprimido al máximo su aplicación en la industria militar. Todas las nuevas tecnologías aplicadas, desde la electrónica hasta las telemáticas, han tenido una gran aplicación en el armamento, ya se habla de guerras electrónicas. De la misma manera también se habla de cómo aplicarlo en defensa. Desde la edad de hierro, cualquier avance de la historia se ha aplicado a la industria armamentística.

 

P.: ¿Cuáles han sido las innovaciones tecnológicas de mayor impacto en la industria militar?

R.: Una de las innovaciones más significativas de los últimos años ligada a la guerra son los drones. Es un dispositivo con muchas aplicaciones en el ámbito civil, pero inmediatamente se aplicó a la guerra como instrumento de ataque con el que no se ponía en peligro a los soldados. Ello conlleva problemas morales y éticos, ¿cómo se configura un dron para que ataque a cierto objetivo y no a otro? Su uso está siendo debatido en las Naciones Unidas.

 

P.: ¿Alguna otra?

R.: La robótica también está siendo aplicada en el nuevo armamento. Son mecanismos dirigidos a distancia que pueden ser mortíferos. Se han convertido en una revolución dentro del sector armamentístico. La gran empresa militar española también tiene muchas aplicaciones en el ámbito civil.  Indra, por ejemplo, realiza el escrutinio en las elecciones, controla pasos por autopistas, pero entre un 20% y un 30% de lo que produce es de tipo militar: sistemas electrónicos que dirigen aviones, fragatas, sistemas de tiro… Sener, en el País Vasco o Tecnobit, en Madrid, también están relacionadas con el sector de la electrónica.

 

P.: ¿España es pionera en electrónica? ¿Cómo ha ido evolucionando el sector en los últimos años?

R.: La electrónica se aplica a la industria militar desde hace muchos años. A mediados del siglo pasado se descubrió el transistor, un gran descubrimiento tecnológico que permitió reducir el tamaño de las radios y que tenía muchas otras aplicaciones. Una gran innovación que fue retenida. Internet lo descubrió el Pentágono, que hasta que no hubo exprimido al máximo su potencial en la industria militar, no dejó que se comercializara en el ámbito civil. Normalmente se dice que el gasto de la industria militar en I+D tiene una gran aplicación en el ámbito civil, que se traspasa la tecnología. Pero es una excusa para justificar el gasto en I+D porque, normalmente, los descubrimiento los realizan los civiles y, una vez se han puesto en marcha, es la industria militar quién los aplica.

 

P.: El gasto en I+D en la industria armamentística representaba el 7,10% del gasto militar total en 2017. Diez años atrás, este representaba más del 37%. ¿Por qué ha descendido?

R.: La crisis económica fustigó a España y redujo el gasto en I+D en todos los sectores, también en el militar. El presupuesto de Defensa se recortó, de forma que se redujeron las ayudas a I+D, que permitían investigar la viabilidad de nuevas armas. Pero se está recuperando: el año pasado ya creció un poco y este año, según el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado 2018, volverá a hacerlo.

 

P.: Actualmente hay más empresas en el ámbito civil innovando en el ámbito tecnológico, ¿se ha superado esta fase?

R.: Los descubrimientos tecnológicos en el ámbito civil han ampliado la capacidad de información y nuevos conocimientos en el ámbito militar. Las diferentes industrias trabajan directamente para el Gobierno para desarrollar estas aplicaciones. El láser, por ejemplo, se descubrió en el ámbito civil y rápidamente se vio que tenía una gran aplicación en medicina. La industria militar, por su parte, intentó convertirlo en un arma de guerra.

 

P.: ¿Hay espacio para las ‘start ups’ en esta industria?

R.: En España, la industria militar es un oligopolio. Históricamente está repartido y el propio Gobierno protege a los diferentes sectores implicados. Todo lo relacionado con la aeronáutica lo hace Airbus y la industria naval está en manos de Navantia. En el caso del ejército de tierra, está todo más repartido, aunque anteriormente lo hacía Santa Bárbara (que pasó a manos de General Dynamics). Indra y el resto son los proveedores tecnológicos de estas empresas. Tienen el 85% de la producción en España.

 

P.: Entonces parece complicado que haya espacio para más…

R.: Las nuevas empresas de tecnología lo tienen bastante difícil. Esto no quiere decir que no puedan entrar, dependerá de su capacidad de innovación para poder competir con Indra. Es un oligopolio y será difícil romperlo.

 

P.: ¿Cuáles serán los próximos retos del tándem tecnología y militar?

R.: Drones, robótica… Todo lo que tenga que ver con las armas que no utilizan los propios soldados. Los Estados se están preocupando mucho de proteger a sus propios soldados, se van a desarrollar armas que salvaguarden a los militares. Matar a distancia y a control remoto.

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