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Burocracia, ‘tempos’ y aversión al riesgo: la ‘cara B’ de las rondas de financiación

11 Jun 2018 — 05:00
A. Pijuán
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Los tiempos de ejecución de una ronda de financiación pueden marcar la diferencia entre que una start up sobreviva o no. Los elevados gastos legales, la aversión al riesgo y la falta de fondos con tickets seed son algunos de los factores que pueden dificultar este proceso.

Burocracia, ‘tempos’ y aversión al riesgo: la ‘cara B’ de las rondas de financiación

 

Cuarenta millones de dólares de financiación para Spotahome. LogTrust capta otros 25 millones de dólares tras levantar 35 millones un año antes. Cabify se embolsa 160 millones de dólares y alcanza el estatus de unicornio. Estos, y muchos otros, son algunos de los titulares que en los últimos meses han saltado a las portadas de los medios de comunicación de España. Empresas tecnológicas con menos de diez años de vida que sellan contratos millonarios con los que seguir quemando caja y catapultar su negocio. ¿Qué se esconde tras todas estas rondas?

 

El cierre de una ronda de financiación provoca euforia y alivio a partes iguales, pero en ningún caso está acompañado de adjetivos como sencillo o fácil. La burocracia y los tiempos de ejecución son los dos principales factores que pueden dinamitar este proceso, que en muchos casos puede durar meses. En el caso de las compañías en fases tempranas, cuanto más se alarga la ronda de financiación, menos dinero tiene en caja, lo que puede provocar su cierre antes de que se llegue a sellar el acuerdo con los inversores.

 

Son varios los pasos que sigue una start up desde que abre una ronda de financiación hasta que la cierra. En primer lugar, y para nombrar algunos de ellos, están los primeros contactos con los inversores: “muchas puertas a las que tocar hasta conseguir un sí”, señala un emprendedor del sector. Le sigue la presentación de la empresa, la posible carta de intenciones, la realización de la due diligence financiera y legal, pacto de socios y, finalmente, la rúbrica ante el notario que cierra el proceso.

 

 

 

 

“El papeleo es pesado y caro -explica Javier Megías, cofundador de Startupxplore, a Kippel01-; en fases seed, un porcentaje elevado de la ronda de financiación está destinado al pago de los honorarios notariales”. A ello se le suman los gastos de los abogados, costes que normalmente suelen asumir los propios emprendedores, apuntan fuentes del sector.

 

Guillermo Cortina, vicepresidente de la división bank de The Venture City, apunta que el hecho de elevar a escritura pública estos acuerdos tiene sentido en el caso de las grandes transacciones. “Pero cuando lidias con empresas con caja para pocos meses, es ponerles contra las cuerdas”, indica el directivo.

 

En este sentido, Cortina apunta a que la falta de tiempo puede llevar al emprendedor a aceptar unas condiciones que, en otro contexto, quizás no aceptaría. El directivo destaca, además, que una parte de los inversores locales aún perciben las operaciones de inversión como las de antaño.

 

 

 

 

El ecosistema start up de España tiene mucho potencial y un talento emprendedor muy destacable, aunque está aún en desarrollo, indica el responsable de la división bank de The Venture City. A modo de ejemplo, el fondo de capital riesgo Cabiedes&Partners, uno de los históricos del país, apenas tiene una década de vida, mientras que Nauta Capital nació en 2006. Y pese a que en los últimos años el sector de las start ups ha experimentado un boom, aún queda mucho camino por recorrer.

 

Si el proceso es engorroso para un inversor español, aún lo es más para un inversor extranjero. Sólo en 2017, los venture capital internacionales inyectaron un total de 308 millones en empresas españolas, un 20% más que el año anterior. La cifra representa más de la mitad de la financiación aportada a las start ups de España en 2017, según se desprende del Informe 2018 de actividad Venture Capital&Private Equity en España, elaborado por la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri).

 

“Cuando un inversor extranjero invierte en una empresa española tiene que sacarse el NIF, un proceso con el que puede tardar más de dos meses -indica Laurence Fontinoy, consejera delegada de Woom Fertility y ex directora de márketing de Google en la Penísula Ibérica, a Kippel01-; no sé cuál es la solución, pero habría que facilitar estos procesos”.

 

“La burocracia legal en los procesos de inversión se ha agilizado un poco, pero todo sigue prácticamente igual”, indica Megías. Ante esta situación, las notas convertibles se han convertido en un elemento recurrente en el caso de las start ups en fases iniciales que quieren evitar estos costes. El directivo de The Venture City, por su parte, estima que el sector alcanzará un grado de madurez más razonable dentro de tres años, cuando un proceso como el de captar financiación “será más fácil”.

 

 

Las ‘señales’ y el ‘fear of missing out’

En paralelo a las trabas legales que pueda acarrear una ronda de financiación, el proceso puede verse salpicado por otras circunstancias. A modo de ejemplo, una due diligence puede verse retrasada por la gestión de la empresa con su documentación. El grado de profesionalización de la compañía, por tanto, puede jugar un papel fundamental en agilizar este proceso.

 

La falta de fondos especializados en capital semilla, con tickets de inversión de entre 100.000 euros y 500.000 euros, es otra de las piedras en el camino de aquellas start ups que buscan financiación. “En España hay un buen tejido de business angels y de venture capital, pero no hay muchos fondos con tickets seed”, expone Fontinoy.

 

La consejera delegada de Woom, además, índice en que “si formas parte de un nuevo sector o con un producto dirigido a la mujer, el reto es mayor, ya que un 97% de los inversores son hombres y cuesta ser un first mover en un sector nuevo”.

 

 

 

 

Para Megías, existe cierta mentalidad de rebaño entre los inversores. “Es una cuestión de señales, si un inversor reputado invierte en determinada empresa, hay cierta propensión a seguirle”, explica. El directivo de Startupxplore señala que en algunos casos puede verse como una señal muy positiva, pero que puede provocar que el análisis de la empresa no sea tan preciso como tocaría.

 

En algunos casos, incluso, ocurre lo contrario. Si a uno de los inversores no le cae en gracia el otro, puede llegar a descartar el acuerdo, apuntan desde el sector, provocando que la figura del emprendedor quede en un segundo lugar.

 

En Estados Unidos, en cambio, la figura del emprendedor está siempre en primer lugar. “Los fondos protegen al fundador, que es quién liderará la disrupción del sector -indica Cortina- los inversores no son un carga para este, sino un empujón para que lo consiga”.  

 

 

 

 

Por otro lado, el conocido fear of missing out (Fomo, por sus siglas en inglés) planea también sobre los inversores locales. El miedo a perder una buena oportunidad de inversión a veces puede precipitar la decisión de los inversores, una tendencia que irá a más en los próximos años porque cada vez habrá más competencia, apuntan desde el sector.

 

Las modas, por último, tienen un peso bastante importante en los criterios de inversión de los fondos en España. “Creo que en España no entendemos de qué va esto -apostilla Megías-; no se trata de apostar donde no se perderá dinero, sino de que una pequeña parte del patrimonio del inversor se destine a algo realmente potente”.

 

Ante ello, el cofundador de Startupxplore reclama una mayor independencia de criterio en el sector y los no rápidos. “Muchas veces tenemos aversión a decir que no, y eso es buenísimo para el emprendedor, que pone tanto su tiempo como su dinero en ello”, concluye.

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