Generación Z expresa preocupación por la influencia de la inteligencia artificial en el futuro laboral y su percepción sobre la empatía de los agentes virtuales
Jóvenes de la Generación Z muestran una relación ambivalente con la inteligencia artificial, valorando su impacto en el trabajo y cuestionando su empatía y ética.

Recientemente, Sam Altman, CEO de OpenAI, admitió que pedir educación y mostrar agradecimiento a ChatGPT supone para su organización una considerable inversión económica. Este fenómeno evidencia una dinámica en la que muchos jóvenes de la Generación Z interactúan con la inteligencia artificial de forma constante, no tanto por educación, sino por temor a las consecuencias futuras de no hacerlo.
Un estudio de EduBirdie revela que uno de cada diez jóvenes de esta generación desea que su futuro jefe sea un agente virtual, y que el 69% conversa con sus superiores con la máxima cortesía para evitar conflictos. Este comportamiento refleja una tendencia a valorar la empatía y la educación en las relaciones laborales, en un contexto donde la presencia de la IA en el entorno profesional es cada vez más relevante.
Además, el análisis muestra que el 55% de los jóvenes cree que en menos de diez años la inteligencia artificial podría reemplazar sus empleos, y el 40% considera cambiar de trabajo para evitarlo. Sin embargo, un porcentaje considerable —180 de los 2.000 encuestados— preferiría que un agente virtual fuera su jefe, confiando en que la IA puede resultar incluso más humana que ellos en ciertos aspectos.
Estos datos reflejan una paradoja: por un lado, existe preocupación por la pérdida de empleos y la dependencia tecnológica; por otro, la percepción de que la IA puede superar a los humanos en creatividad —según el 57% de los jóvenes— y en empatía, ya que el 26% la considera su amigo y el 16% la utiliza como terapeuta. No obstante, muchos temen que la automatización reduzca cualidades tan humanas como la ética, la empatía y el pensamiento creativo, aspectos que distinguen a las personas de las máquinas.
En definitiva, la Generación Z mantiene una relación compleja con la inteligencia artificial: la reconoce como una herramienta poderosa que ya les supera en ciertos ámbitos creativos y emocionales, y considera su integración en el ámbito laboral como una realidad inminente, pese a las preocupaciones sobre los efectos que ello pueda tener en la ética y los valores humanos.