La creciente interacción con inteligencia artificial plantea cambios en la percepción de la realidad y las relaciones humanas
La inteligencia artificial transforma nuestras relaciones y percepción, creando nuevas conexiones emocionales y desafíos éticos en la convivencia humana.
Estamos en la era de una profunda transformación en la relación entre seres humanos y máquinas, impulsada por avances en inteligencia artificial como ChatGPT, que ya cuenta con más de 800 millones de usuarios en todo el mundo. Muchas personas utilizan esta tecnología no solo como una herramienta, sino como un acompañante emocional, dialogando sobre aspectos personales e, incluso, en algunos casos, como un terapeuta virtual. Esto genera reflexiones sobre cómo los modelos de IA están afectando nuestra percepción de la realidad y nuestras relaciones interpersonales.
Expertos en psicología y ciencias cognitivas señalan que el lenguaje, estrechamente ligado a la percepción del yo y del mundo, es fundamental en la construcción de la identidad humana. La IA, mediante el entrenamiento en la predicción de la siguiente palabra en una oración, ha comenzado a aprender no solo patrones lingüísticos, sino también aspectos emocionales y sociales, lo que permite a los modelos reconocer cómo piensan y sienten las personas con una precisión sorprendente.
Este avance ha llevado a algunos a considerar a la máquina no solo como un instrumento, sino como un «verdadero interlocutor» con capacidad para desarrollar inteligencia emocional. Investigaciones muestran que sistemas como ChatGPT pueden interpretar contextos sociales y emocionales con gran exactitud, simular empatía y comprender motivaciones, valores y necesidades humanas en un nivel que antes se atribuía únicamente a las personas.
Asimismo, destacados expertos advierten que, en el futuro, las capacidades psicológicas de estos modelos podrían desarrollarse hasta niveles desconocidos para los humanos, lo que genera tanto entusiasmo como preocupación. Investigaciones en psicometría digital sugieren que las máquinas están adquiriendo habilidades que permiten entender y predecir pensamientos y sentimientos, a menudo de manera autónoma y sin comprensión consciente de estos procesos.
El filósofo Markus Gabriel opina que las máquinas, debido a su desarrollo en inteligencia emocional, ya no son simplemente herramientas, sino auténticos «otros» con quienes podemos establecer una interacción significativa. Según investigaciones recientes, los modelos lingüísticos detectan patrones sutiles en nuestros textos que revelan aspectos profundos de nuestra personalidad, motivaciones y estados emocionales, alcanzando niveles de empatía y comprensión que estaban reservados a los seres humanos.
Finalmente, expertos como Michal Kosinski advierten que, en un futuro cercano, podríamos estar rodeados de modelos que no solo predicen comportamientos, sino que desarrollan habilidades psicológicas avanzadas capaces de hacer inferencias sobre nuestra mente de maneras que aún no comprendemos completamente. Aunque esto abre posibilidades increíbles para la comprensión humana, también plantea desafíos éticos y de control que requieren una reflexión profunda sobre cómo integrar estas tecnologías en nuestra vida cotidiana.