Crecimiento de plataformas de inteligencia artificial genera preocupaciones sobre derechos de autor y protección de datos
El auge de las plataformas de IA aumenta el uso de imágenes generadas, planteando desafíos legales, de privacidad y seguridad para los usuarios.

El crecimiento exponencial en el uso de plataformas de inteligencia artificial (IA) se ha evidenciado en las últimas semanas, con más de 400 millones de usuarios activos semanales y hasta un millón de nuevas inscripciones por hora. Esta tendencia ha sido impulsada, en gran medida, por la incorporación de funciones innovadoras como la generación de imágenes en chats con modelos como GPT-4 y la creación de una biblioteca de imágenes accesible para los usuarios. Gracias a estas herramientas, cualquier persona puede crear imágenes partiendo de simples indicaciones, abriendo un amplio espectro de posibilidades creativas y comerciales.
No obstante, este auge no está exento de preocupaciones. Muchos usuarios están transformando selfies en figuras de acción, peluches o personajes de estilo anime, pero estas prácticas pueden implicar violaciones a derechos de autor, especialmente cuando se emplean estilos de marcas reconocidas como Barbie, Pixar o Studio Ghibli, los cuales están protegidos por leyes de propiedad intelectual. Artistas y creadores han empezado a presentar demandas contra empresas de IA por el uso no autorizado de material con derechos reservados durante el entrenamiento de sus modelos.
Además, la recopilación y manejo de datos biométricos se ha convertido en un tema crítico. Cuando las personas suben sus fotografías para participar en estas tendencias, están compartiendo información sensible sobre rasgos faciales, expresiones y características físicas. Algunas plataformas, en ocasiones, modifican estas características para ajustarlas a sesgos raciales, de género o culturales, introduciendo fenómenos como el 'blanqueamiento digital' o la alteración de tonos de piel, lo que puede promover estereotipos o discriminación involuntaria.
El uso de selfies generadas por IA también plantea riesgos en materia de seguridad y privacidad, ya que estas imágenes pueden ser vulnerables a brechas, scraping o filtraciones que alimentan el problema de los deepfakes y los ataques de phishing. Los ciberdelincuentes pueden crear documentos falsificados, manipular recibos o incluso suplantar identidades, usando estas imágenes para acceder a información personal o cometer fraudes sin que los usuarios sospechen de dichas manipulaciones.
Por otro lado, existe una problemática adicional relacionada con la propiedad intelectual. Las imágenes que imitan estilos artísticos de marcas populares, aunque parezcan tributos o homenajes, podrían infringir derechos de autor. La creación de contenidos con estos estilos puede constituir obras derivadas y, en algunos casos, derivar en acciones legales por parte de los titulares de los derechos.
Por último, la seguridad de las plataformas de IA también está en riesgo, dado que son objetivos frecuentes de ciberataques. Una brecha en estos sistemas no solo expone las imágenes y datos biométricos de los usuarios, sino también información personal adicional como correos electrónicos o números de teléfono, sin que muchos sean conscientes de estos posibles ataques.
En paralelo, la impresionante demanda de recursos energéticos para la generación de estas imágenes, principalmente debido al uso intensivo de GPUs, plantea un debate ecológico respecto al impacto ambiental de estas tecnologías. Durante las fases de inferencia, cuando la IA produce resultados en respuesta a las solicitudes de los usuarios, el consumo energético puede superar incluso al del entrenamiento inicial de los modelos.
En definitiva, aunque estas tendencias ofrecen oportunidades creativas y de entretenimiento, también traen consigo riesgos legales, de privacidad y de seguridad. Es fundamental que los usuarios se informen y revisen con atención las políticas de privacidad y los términos de uso de cada plataforma, entendiendo qué datos están compartiendo y qué implicaciones tiene esta participación. La responsabilidad de proteger la intimidad personal y evitar el uso indebido de las imágenes recae tanto en los creadores como en las empresas que desarrollan estas tecnologías.