Google elimina la barra de cámara en el Pixel 9a para dar paso a un nuevo diseño y mayor batería
El Pixel 9a sorprende al abandonar su distintiva barra de cámara, apostando por un rediseño que prioriza la funcionalidad y la autonomía.

Google ha decidido romper con la tradición y eliminar la icónica barra de cámara en el nuevo Pixel 9a. En su lugar, ha optado por un diseño casi plano, al que la compañía denomina “dome” (cúpula), inspirado en la forma de una gota de agua, similar al aspecto del Pixel Watch 3. Esta decisión no fue tomada a la ligera: la empresa probó varias alternativas antes de decantarse por este nuevo enfoque.
Según los responsables de producto, la apuesta por el diseño “dome” responde tanto a mejoras funcionales como a una intención estética: se buscaba mejorar el rendimiento térmico del dispositivo y permitir la integración de una batería significativamente mayor —ahora de 5,100 mAh—, dos aspectos que históricamente han sido demandas constantes de los usuarios. A esto se suma el deseo de otorgar al Pixel 9a una identidad propia dentro del portafolio de Google.
No obstante, la recepción por parte del público ha sido dividida. Mientras que algunos valoran la decisión de sacrificar la barra de cámara para ganar autonomía y grosor, muchas voces en redes sociales han señalado que el Pixel 9a ha perdido el carácter distintivo que hacía reconocibles a los teléfonos Pixel desde la distancia. Comentarios como “parece un ladrillo de color con una cámara extraña” reflejan ese sentimiento de decepción ante un diseño que muchos califican de utilitario y poco inspirado.
Paradójicamente, Google ha escuchado peticiones históricas: muchos usuarios han defendido durante años que preferirían un teléfono algo más grueso a cambio de mayor batería y prescindir de una cámara sobresaliente. Con el Pixel 9a, la compañía materializó esa idea, pero la reacción evidencia que no siempre lo que piden los consumidores es necesariamente lo que termina gustando. El Pixel 9a, con su gigantesca batería y apariencia sobria, busca satisfacer esas antiguas demandas, aunque el precio a pagar haya sido perder parte de su personalidad icónica.