Hace 70 años nació formalmente la inteligencia artificial y su significado real sigue siendo objeto de debate

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Hace 70 años nació formalmente la inteligencia artificial y su significado real sigue siendo objeto de debate

Hace 70 años se acuñó el término inteligencia artificial, pero su significado y alcance real siguen generando controversia y malentendidos.

Descripción

El 31 de agosto de 1955, hace exactamente 70 años, nació oficialmente el concepto de inteligencia artificial (IA). Aunque la idea de crear máquinas inteligentes había sido un sueño durante siglos, fue ese día cuando se acuñó por primera vez este término que ahora domina el panorama tecnológico y mediático. Sin embargo, el uso del término resulta problemático, pues puede inducir a engaños y malentendidos sobre lo que realmente implica la IA.

La propuesta inicial fue presentada por cuatro destacados científicos estadounidenses: John McCarthy, Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon. Su objetivo era diseñar un proyecto de verano para reunir a matemáticos y psicólogos con el fin de explorar cómo hacer que las máquinas utilicen el lenguaje, formen conceptos y resuelvan problemas considerados hasta entonces exclusivos de los seres humanos. Esta iniciativa culminó en 1956 con la conferencia de Dartmouth, celebrada en Hanover, New Hampshire, que estableció la IA como una disciplina central en las ciencias de la computación.

Según McCarthy, la base de esta visión era la creencia de que todos los aspectos de la inteligencia y el aprendizaje podían describirse con tal precisión que sería posible crear máquinas que los simularan. Toda la investigación posterior en aprendizaje automático y redes neuronales surge de esta idea fundamental, dando origen a tecnologías como Google, redes sociales y, más recientemente, ChatGPT.

Sin embargo, McCarthy reconoció en 1973 que el término IA había sido en realidad una estrategia para captar atención y financiación para su investigación. Lo eligió después de que su mentor Claude Shannon sugiriera que un término como «estudios sobre autómatas» sería demasiado llamativo y podría atraer una atención negativa. La comunidad científica adoptó rápidamente el término, y con ello se empezó a comparar máquinas y humanos, a pesar de que las máquinas no razonan ni tienen conciencia como nosotros. Como señala el filósofo Daniel Innerarity, emplear la palabra «inteligencia» en este contexto es equívoco y puede llevar a una confusión peligrosa.

La utilización del término IA ha contribuido a una falsa ilusión de que los sistemas informáticos son capaces de razonar, tener conciencia o emociones. Esto ha dado lugar a equívocos en el imaginario colectivo, como la confusión de chatbots —programados para simular el lenguaje humano— con entidades pensantes. Expertos como Ramón López de Mántaras advierten que comparar el cerebro humano con la programación de máquinas resulta casi ridículo y que la percepción de conciencia artificial puede tener implicaciones sociales y éticas muy graves.