La inteligencia artificial generativa avanza en salud, educación y entretenimiento, pero enfrenta retos en fiabilidad y ética
La inteligencia artificial generativa transforma diversos sectores, pero también plantea desafíos en fiabilidad, ética y seguridad que requieren atención.
La inteligencia artificial generativa ha evolucionado mucho más allá de su función inicial de crear imágenes a partir de texto; hoy en día impacta en ámbitos como la medicina, la educación y el entretenimiento, entre otros. Esta tecnología, aunque ofrece ventajas significativas, también plantea desafíos y riesgos potenciales para la sociedad.
En el sector de la salud, las innovaciones en IA permiten detectar signos tempranos de enfermedades como el alzhéimer y el cáncer, facilitando la implementación de tratamientos preventivos que podrían salvar vidas. Sin embargo, algunos estudios indican que el contenido generado por IA en internet está creciendo rápidamente y que, en 2024, aproximadamente la mitad del tráfico en línea será de origen automatizado, lo que afecta la autenticidad y calidad de la información disponible.
Según informes de firmas como Imperva, en 2023 casi el 50% del tráfico en internet fue generado por IA, una tendencia que ha ido en aumento desde 2021. Esto ha reducido la producción de contenido humano, afectando la durabilidad de enlaces y la fiabilidad de los resultados en motores de búsqueda. Organizaciones como Pew Research Center señalan que en 2014 existían muchas webs creadas por humanos que ahora han desaparecido en un proceso conocido como «link rot».
Además, el uso creciente de IA para producir y traducir contenidos en línea está impactando negativamente en la calidad de los resultados de búsqueda. Empresas tecnológicas como Microsoft y OpenAI enfrentan demandas legales por el uso no autorizado de contenido en línea en sus modelos de entrenamiento.
La posibilidad de que la inteligencia artificial se convierta en una amenaza existencial también genera preocupación. El CEO de DeepMind, Demis Hassabis, advierte que la inteligencia artificial general (AGI) podría alcanzarse pronto, pero que la sociedad no está preparada para gestionar todos los aspectos que esto implicaría, lo que plantea inquietudes éticas y de seguridad.
Por otro lado, algunos expertos y figuras públicas, como el CEO de OpenAI, Sam Altman, reconocen que la IA está comenzando a desplazar a buscadores tradicionales como Google o Bing, siendo más utilizados los asistentes de IA como ChatGPT para consultas diarias. Sin embargo, las herramientas de Google que intentan integrar IA en sus resultados aún enfrentan problemas de fiabilidad y precisión, generando respuestas incorrectas o incluso peligrosas, lo que ha contribuido a la desconfianza pública en estos servicios.
En un escenario cada vez más dominado por contenidos creados por bots y algoritmos, la línea entre lo real y lo falso se vuelve más difusa. Figuras como Jack Dorsey han alertado sobre la dificultad de distinguir imágenes y vídeos falsos, deepfakes y contenido manipulado, por lo que es necesario que la ciudadanía sea más vigilante y responsable en su interacción con la información digital.
La influencia de la IA en internet va en aumento, con efectos tanto positivos como negativos. La clave será encontrar un equilibrio que maximice los beneficios y minimice los riesgos relacionados con la veracidad y la seguridad en línea, asegurando que el avance tecnológico no comprometa la humanidad.