Cómo sería interactuar con una inteligencia artificial en los años 1990s según una visión futurista de la época
Explora cómo habría sido interactuar con una inteligencia artificial en los años 1990s, en una visión futurista inspirada en esa época.
Imagina cómo sería interactuar con una inteligencia artificial en la década de 1990. Según una descripción de ChatGPT adaptada a esa época, sería un programa accesible desde una interfaz con pantalla azul y texto en blanco, similar a las pantallas tradicionales de DOS. La carga del programa se realizaría desde un CD-ROM, lo que tomaría uno o dos minutos, y las respuestas serían en modo textual, respondidas lentamente debido a la velocidad de los procesadores de entonces, como un Pentium II que gestionaba pocas palabras por segundo. La interacción sería similar a la navegación por internet de ese momento: escribir una pregunta completa, pulsar Enter y esperar a que se genere la respuesta, parecida a la descarga de una imagen con una conexión muy lenta.
En ese escenario, la IA se utilizaría para tareas cotidianas como ayudar con informes escolares, trucos para videojuegos como Earthworm Jim o explicaciones de letras de canciones populares, todo en un entorno con carcasa beige y componentes de plástico que reflejaban el estilo de los ordenadores de la época. La interfaz sería una ventana de texto donde las respuestas aparecerían carácter por carácter, con retardos notables por las limitaciones tecnológicas, y en algunos casos la respuesta se limitaría a unas 150 palabras para evitar sobrecalentamiento del sistema.
Al explorar la misma idea para la década de 1980, ChatGPT describiría un mundo con acceso mediante ordenadores como el Commodore 64 o los primeros Macintosh, lanzando programas desde disquetes y navegando a través de líneas de comandos. La pantalla sería negra con texto en blanco, similar a la interfaz de los procesadores de texto de la época, y la respuesta a las preguntas se mostraría de forma muy lenta, palabra por palabra, con tiempos de espera que podrían extenderse a varios minutos, incluso minutos enteros para obtener información básica como la identidad del presidente, que entonces sería Ronald Reagan.
Por último, en un ejercicio de imaginación, se describe un hipotético ordenador de los años 1920, donde la interacción se realizaría mediante una máquina de escribir y un telégrafo. La respuesta se imprimiría en una cinta de papel continuo, limitada a unas 150 palabras debido al sobrecalentamiento de la maquinaria, y el proceso completo implicaría cables tan grandes como mangueras de jardín, con una espera de varias horas entre consultas. La máquina sería un ingenioso cruce entre un telégrafo mecánico y un dispositivo de cálculo basado en tubos de vacío, dando un toque casi de ciencia ficción a aquella época.