El uso de ChatGPT en las escuelas genera debates sobre su integración y detección en tareas académicas

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El uso de ChatGPT en las escuelas genera debates sobre su integración y detección en tareas académicas

El creciente uso de ChatGPT en las escuelas plantea desafíos en la evaluación, detección y integración de esta tecnología en el aprendizaje.

Descripción

En un aula del Lorentz Casimir Lyceum en Eindhoven, Thomas, un estudiante de 17 años, intentaba cumplir con una tarea de historia que requería encontrar una imagen de un «Día del Rey» de tiempos pasados. Al no hallar una imagen adecuada, decidió que ChatGPT generara una, pero su docente rechazó la opción, considerando que era evidente que no se trataba de una fotografía real. Este ejemplo refleja el creciente uso de ChatGPT por parte de estudiantes y docentes en diferentes disciplinas, tanto para realizar tareas como para apoyar el aprendizaje.

El uso de la inteligencia artificial generativa en las escuelas plantea desafíos, sobre todo en la detección de uso no autorizado, ya que los sistemas de detección de plagio casi nunca reconocen textos generados por ChatGPT. Aunque los docentes sospechan del uso de la tecnología cuando encuentran un vocabulario inusual o errores específicos, la mayoría solo puede confirmarlo si el alumno lo admite. Esto ha provocado un aumento en la utilización de ChatGPT, tanto de forma legítima como indebida, en distintos niveles y asignaturas, desde inglés hasta ciencias.

Los docentes enfrentan un dilema: ¿deben intentar restringir completamente el acceso a ChatGPT o integrarlo de manera controlada en el proceso de enseñanza? Algunos, como Gert Verbrugghen, profesor de inglés en el Alfrinkcollege, optan por una postura conservadora y fomentan trabajos escritos en clase para asegurarse de que los alumnos dominan los conceptos. Otros, como Juliëtte Jansen, profesora de neerlandés, emplean estrategias para mostrar que ChatGPT no siempre proporciona respuestas precisas, invitando a los estudiantes a detectar errores en los textos generados. Además, algunos docentes aprovechan las limitaciones del sistema y piden a los alumnos que identifiquen errores en las respuestas de ChatGPT para fortalecer su pensamiento crítico.

En el ámbito de los trabajos finales, las escuelas han establecido nuevas directrices para gestionar el uso de ChatGPT. En el Lorentz Casimir Lyceum, se modificaron los criterios de evaluación para reducir el peso del trabajo escrito y aumentar la importancia de una presentación oral en la defensa del proyecto. La intención es evitar que la tecnología se utilice para realizar tareas completas con poca participación activa del alumno, promoviendo en su lugar un aprendizaje más crítico y autónomo.

El uso de ChatGPT también se ha considerado una herramienta útil que, bien empleada, puede potenciar el aprendizaje. Algunos docentes han creado asistentes de inteligencia artificial específicamente diseñados para tareas como la preparación para exámenes o la resolución de problemas en ciencias y geografía. Por ejemplo, un profesor de geografía en una escuela islámica de Efrtoort desarrolló un sistema que plantea preguntas similares a las del examen en nivel avanzado y proporciona retroalimentación inmediata a sus estudiantes. Además, otros instructores animan a los alumnos a reformular en sus propias palabras las respuestas generadas por IA para asegurarse de entender el contenido.

Expertos en educación, como Inge Molenaar, destacan que es fundamental que los estudiantes aprendan a interactuar con estas tecnologías de forma que realmente comprendan el contenido, en lugar de limitarse a buscar una simulación de rendimiento. La clave no está en la prohibición, sino en adaptar las formas de evaluación y en fortalecer la relación entre docentes y alumnado, de modo que los educadores puedan detectar mejor las habilidades reales de sus estudiantes y promover un aprendizaje activo y crítico frente a la inteligencia artificial.