El impacto ambiental de la inteligencia artificial: alto consumo de agua y energía en centros de datos
La inteligencia artificial, como ChatGPT, requiere altos recursos energéticos y hídricos, generando impactos ambientales y conflictos por recursos en diversos países.

Las actividades digitales, en particular los avances en inteligencia artificial como ChatGPT, están teniendo un impacto ambiental significante debido a su alto consumo de energía y agua. Según la investigadora española Marina Otero Verzier, responsable de estudiar la huella ecológica de los centros de datos que soportan estas herramientas, cada interacción con ChatGPT requiere un proceso computacional intensivo que consume aproximadamente medio litro de agua, en muchos casos potable, y genera una gran cantidad de emisiones de carbono.
Un centro de datos pequeño puede llegar a gastar cerca de 25 millones de litros de agua al año, mientras que los centros más grandes incrementan exponencialmente este consumo. Además, las búsquedas realizadas en ChatGPT consumen aproximadamente diez veces más energía que una búsqueda común en Google, lo que contribuye a la crisis climática y a la tensión por recursos en diversas regiones del mundo. Países como México, España, Londres, Texas y Chile enfrentan conflictos por el agua y la energía, y en algunos casos, proyectos de desarrollo han sido frenados debido a la escasez de recursos.
Uno de los problemas principales es la opacidad de las empresas respecto a sus datos de consumo real, ya que suelen presentar solo estimaciones en licitaciones públicas sin divulgar cifras precisas. Sin embargo, algunos gobiernos, como Chile y la Unión Europea, están promoviendo la transparencia, exigiendo a las compañías que hagan públicos sus informes de consumo energético y de agua.
Las soluciones propuestas para mitigar estos impactos incluyen la utilización de energías renovables en los centros de datos, tecnologías de refrigeración con agua reciclada y una mayor transparencia acerca del uso de recursos. Además, se recomienda que los usuarios reflexionen sobre la frecuencia y la necesidad de sus consultas a estas herramientas, recordando que mantener infraestructuras y sistemas en funcionamiento requiere una cantidad considerable de recursos naturales.
Finalmente, expertos sugieren que otro camino para reducir la huella ecológica es que los centros de datos puedan alimentarse en momentos puntuales de energía solar y apagarse cuando no sean estrictamente necesarios, fomentando así un uso más consciente y responsable de estas tecnologías. La adopción de prácticas más sostenibles y una mayor conciencia ciudadana son esenciales para compatibilizar el avance tecnológico con la protección del medio ambiente.