La Unión Europea retrasa la entrada en vigor de los límites de emisiones para 2025 y flexibiliza la normativa
La Unión Europea flexibiliza y retrasa la aplicación de los nuevos límites de emisiones en 2025, adaptándose a los desafíos del sector automotor.

El inicio de 2025 ha traído una modificación importante en la normativa europea que regula las emisiones de los fabricantes de automóviles. Sin embargo, la Unión Europea decidió retrasar la entrada en vigor de los límites de emisiones establecidos para este año. La directiva, que originalmente exigía que en 2025 los vehículos no superaran los 93,6 gramos de CO2 por kilómetro, frente a los 115,1 gramos de 2024, se ha flexibilizado para facilitar el cumplimiento a las industrias automovilísticas.
En lugar de penalizar inmediatamente a los fabricantes que no alcancen los nuevos objetivos en 2025, la UE anunció que la medición de emisiones se realizará como media de los años 2025–2027, permitiendo así un mayor margen para adaptarse a las nuevas metas. Esta decisión fue apoyada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien justificó la medida señalando que la industria necesita más claridad y margen de maniobra sin alterar los objetivos finales.
Ante la dificultad de reducir las emisiones y evitar multas, muchas empresas han optado por estrategias innovadoras, como la compra de derechos de emisión a firmas que generan emisiones nulas, principalmente Tesla. Esta compañía, líder en el mercado de vehículos eléctricos, vende sus excedentes de derechos de emisión, ya que sus vehículos tienen una media de emisiones cercana a cero.
Fabricantes como Toyota, Mazda, Subaru, Ford y el grupo Stellantis han establecido alianzas con Tesla para comprar estos derechos y así reducir su media de emisiones, evitando sanciones económicas. Estas asociaciones les permiten cumplir con los requisitos y, en algunos casos, incluso mejorarlos significativamente. Por ejemplo, Mercedes-Benz ha sellado una colaboración con el grupo Geely, propietario de marcas como Volvo, Lynk & Co, Polestar y Smart, con una estimación de que su media de emisiones ronde entre 67 y 69 g CO2/km en 2025, gracias a la aportación de sus propios vehículos eléctricos e híbridos enchufables.
La estrategia de comprar derechos de emisión a Tesla se configura como un negocio rentable para ambas partes: Tesla ingresa beneficios por la venta de sus créditos, mientras los fabricantes de automóviles se ahorran multas millonarias. Sin embargo, esta táctica no está exenta de riesgos. La caída en las ventas de Tesla en Europa, que en 2023–2024 se redujeron un 44% debido a la creciente competencia y controversias en torno a Elon Musk, podría afectar sus ingresos por créditos y poner en peligro el cumplimiento de las metas de sus socios.
Además, la asociación de Tesla con figuras polémicas y las controversias derivadas de sus alianzas políticas pueden influir en la percepción pública, afectando la estrategia de compra de derechos y la estabilidad de los objetivos medioambientales que persiguen los fabricantes. La tendencia actual plantea un escenario donde la flexibilidad de las normativas y las alianzas comerciales serán claves para que las empresas afronten los desafíos regulatorios en materia de emisiones en los próximos años.