José Luis de Vicente (Sónar+D): “Hoy en día no podemos pensar en innovación tecnológica sin la innovación cultural”
El comisario del Sónar+D explica que una de las metas del congreso es convertirse en un espacio donde confluyan aquellos “que no se sienten a gusto con la definición exclusiva de artistas, músicos, ingenieros, programadores o emprendedores”.
Creatividad, tecnología y negocios. Estas son las tres palabras que definen, con un orden cuidadosamente escogido, el Sónar+D, un congreso donde la música y la tecnología buscan la simbiosis perfecta de la mano de actores como la Nasa, el MIT Media Lab, Google Magenta o el Barcelona Supercomputing Center. Producir música con una piña y electricidad, componer melodías a través de algoritmos o propiciar la comunicación con extraterrestres enviando música al espacio son sólo algunos de los proyectos que este año se han dado cita en el Sónar+D, en Montjuic.
Sónar+D acaba de clausurar su sexta edición en una fecha clave para el Sónar: su primer cuarto de siglo. Por ello, el congreso ha optado por dejar atrás la mirada nostálgica y mirar al futuro “de una forma provocadora”, según explica José Luis de Vicente, comisario del Sónar+D, a Kippel01. A la cita han acudido más de 6.000 profesionales procedentes de 61 países, un 10% más que el año anterior.
“Este año tenemos un gran telón de fondo, el Sónar Calling GJ273b, para pensar no sólo en la música, sino en la misma forma en cómo se produce el conocimiento -explica De Vicente-; si de alguna forma la misión del festival ha sido la exploración de la industria creativa, preguntarnos ahora qué nos queda aún por explorar y qué significa hoy en día esta palabra”.
El comisario se refiere a la nueva iniciativa del Sónar+D, que ha permitido enviar música al espacio con el objetivo de comunicarse con extraterrestres. Desde la organización calculan que, para el cincuenta aniversario del Sónar, una teórica respuesta a las emisiones retransmitidas podría llegar a la Tierra.
“La misma idea de que los eventos tienen que ser sectoriales ya está desfasada, porque cada vez más la generación de valor y la colaboración surge por encima de estos límites”, reivindica De Vicente. El comisario del Sónar+D defiende que “una disciplina puede influir fuertemente en lo que ocurra en otra, cuando fundamos Sónar+D hace cinco años lo vimos muy claramente”.
En esta edición, el congreso que aúna creatividad, tecnología y negocios ha contado con un presupuesto de 1,1 millones de euros, un 26% menos respecto al millón y medio del año anterior. “Nuestro valor añadido es la creatividad y cómo esta impacta en la tecnología y es capaz de desarrollar negocio”, explicaba a Kippel01 Ventura Barba, director ejecutivo advanced music de Sónar, durante la presentación del Sónar+D.
Desde la organización tienen muy claro que este es el orden clave, pero De Vicente no descarta que en los próximos años se recalibre. “Nos estamos dando cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son más culturales que tecnológicos -indica el comisario del Sónar+D-; “lo que sí continuará es la dificultad para definir dónde empieza uno y dónde acaba otro”.
El profesional defiende también que “hoy en día no podemos pensar en innovación tecnológica o innovación social sin la innovación cultural”. Por ello, una de las metas del congreso es aunar a todos aquellos que no se sienten a gusto con la definición exclusiva de artistas, músicos, ingenieros, programadores o emprendedores, un colectivo que “cada vez será aún más importante”.
El uso de los datos y la inherente preocupación sobre la privacidad de estos, la proyección de contenidos inmersivos en la cúpula de 19 metros cuadrados de Mediapro, una instalación para inducir al público a sensaciones de gravedad cero, workshops con la Nasa o las claves para construir un nanosat son algunas de las tecnologías a las que tendrán acceso los asistentes del Sónar+D.
Tecnologías que, en ocasiones, es poco probable que lleguen a la sociedad. ¿Es un problema? De Vicente considera que no. “La mayor parte de las cosas que se producirán serán fallidas, llegarán demasiado pronto o demasiado tarde, o estarán en lugar equivocado, y no pasa nada -expone el comisario-; ocurre exactamente lo mismo con la inmensa cantidad de conocimiento que se produce en el ámbito académico, que es absolutamente fragmentario, marginal y que no tienen una incidencia sobre casi nada de lo que vemos”.
Pese a ello, De Vicente considera que “eso no quiere decir que no sea importante y que no haya que hacerlo, no es un fracaso”. En relación al avance tecnológico y al creciente uso de datos, el comisario del Sónar+D asegura que hemos salido de una era de “absolutismo de datos, en el que pensábamos que el problema podía solucionarse captando suficientes datos”.
El futuro de tecnologías como el machine learning, no obstante, abre nuevos interrogantes. “Hemos aprendido que no hay ninguna utopía final, solo una propuesta y una solución puesta encima de la mesa. Y entonces: un fracaso, unas limitaciones y un empezar otra vez”, concluye.