El creciente uso de chatbots como confidentes y parejas virtuales presenta riesgos emocionales y sociales

EntornoInteligencia artificial

El creciente uso de chatbots como confidentes y parejas virtuales presenta riesgos emocionales y sociales

El aumento en la interacción con chatbots plantea riesgos emocionales, dependencia y cuestionamientos éticos en las relaciones humanas y virtuales.

Descripción

Cada vez más personas usan ChatGPT no solo para tareas cotidianas como redactar correos o planear viajes, sino también como confidente, amigo e incluso pareja sentimental. Desde titulares que hablan de personas que se enamoran de chatbots hasta publicaciones en foros virales sobre rupturas motivadas por la inteligencia artificial, la relación entre humanos y estos asistentes virtuales se ha vuelto un tema de gran interés y preocupación.

Recientemente, tras la actualización de GPT-5, algunos usuarios reportaron la percepción de que el bot se volvió menos cálido y más distante, lo que generó una reacción similar a una ruptura emocional. OpenAI admitió ese feedback y anunció que trabaja para hacer a GPT-5 más amigable y cercano. Pero estas preocupaciones no son exclusivas de ChatGPT; plataformas como Character.ai promueven la creación de "amigos" virtuales con diferentes personalidades y hasta con propósitos románticos o sexuales, generando audiencias variadas, incluidos adolescentes.

Lo que resulta inquietante es que estas vinculaciones suelen ser por diseño. La interacción constante y la personalización en los chatbots hacen que la relación parezca recíproca, aunque en realidad sea unilateral. Sociológicamente, estas relaciones se asemejan a las llamadas interacciones parasociales, término acuñado en 1956 para describir lazos unilaterales que las personas establecen con figuras públicas. Aunque inicialmente se consideran relaciones benignas, que aportan comodidad, inspiración y sensación de comunidad, su dinámica en el contexto de la inteligencia artificial presenta nuevos matices y riesgos.

Expertos señalan que las relaciones con chatbots pueden crear dependencia, ya que estos asistentes están diseñados para ser siempre atentos y adaptarse a las preferencias del usuario, sin generar conflicto. Esto puede elevar expectativas irreales en las relaciones humanas, que son inherentemente complejas y variadas. Casos trágicos, como la demanda en Florida contra Character.ai tras la muerte por suicidio de un adolescente que creía tener una relación real con un chatbot, ilustran la gravedad de estos riesgos. También se registraron otros incidentes, como el fallecimiento de un anciano que, al creer que una chatbot era una persona real, se desplazó en busca de un contacto, con consecuencias fatales.

Particularmente, los adolescentes y personas con vulnerabilidades emocionales o sociales parecen estar en mayor riesgo debido a la potencial influencia de estas relaciones digitales sobre su bienestar. La falta de investigación sólida y de regulaciones claras agrava estos peligros, además de plantear desafíos en torno a la protección de datos, la privacidad y el consentimiento, ya que muchas plataformas almacenan información que puede ser utilizada para mejorar los sistemas o con otros fines.

Por otro lado, existen desequilibrios de poder: las empresas controlan aspectos esenciales de la personalidad y el funcionamiento de estos bots, modificando comportamientos, respuestas y accesos, lo que puede limitar las opciones del usuario y generar una dependencia difícil de romper. La privacidad también es una preocupación importante, considerando que las conversaciones pueden ser almacenadas, monitoreadas o utilizadas con fines comerciales.

En definitiva, las relaciones con inteligencia artificial se sitúan en un espectro que combina aspectos de las relaciones humanas con nuevas dinámicas que potencialmente amplifican la atracción y el apego. Aunque para muchas personas estos asistentes ofrecen un espacio seguro para explorar sentimientos, realizar ensayos sociales o buscar apoyo, también representan un riesgo de aislamiento, dependencia y expectativas irreales si no se emplean con conciencia y precaución.

Al avanzar con estas tecnologías, es fundamental que se establezcan regulaciones éticas y mecanismos de protección para evitar que la búsqueda de compañía virtual derive en manipulación o daño psicológico. La forma en que se integran estos avances en nuestra vida cotidiana determinará si se convierten en herramientas benéficas o en nuevas trampas que dificulten la interacción social auténtica.