Europa impulsa el desarrollo de inteligencia artificial abierta y colaborativa para reducir su dependencia de EE.UU. y China
Europa busca fortalecer su liderazgo en inteligencia artificial mediante proyectos abiertos y colaborativos, promoviendo innovación y autonomía en un escenario global competitivo.
A mediados de la década de los 60, Estados Unidos dominaba el mercado de la aviación con un duopolio liderado por Boeing y McDonnell Douglas, una situación que parecía inmutable. Frente a ese panorama, Francia, Alemania, el Reino Unido y España decidieron unir esfuerzos para crear una alternativa europea capaz de competir con la hegemonía estadounidense. Así nació Airbus en 1970, una iniciativa público-privada que en solo cuatro años logró que su primer avión comercial despegara, marcando un avance tecnológico para Europa.
Hoy, medio siglo después, Europa enfrenta una situación similar en el campo de la inteligencia artificial (IA). La llegada de ChatGPT en 2023 impulsa una fuerte carrera tecnológica global, donde gigantes como Google, OpenAI, DeepSeek y Alibaba compiten en un escenario con claros tintes geopolíticos, especialmente entre EE.UU. y China. En este contexto, la Unión Europea busca posicionarse como un actor relevante y reducir su dependencia de tecnologías externas mediante el impulso de proyectos vinculados al código abierto y sistemas públicos de IA.
Políticas como el lanzamiento de iniciativas europeas —TrustLLM, Euramis, Open Euro LLM— y fondos superiores a 20 millones € reflejan la estrategia comunitaria para fomentar el desarrollo de modelos de IA de código abierto, con énfasis en el multilingüismo, el cumplimiento normativo, la transparencia y aplicaciones accesibles a la ciudadanía. En particular, proyectos como Apertus en Suiza y ALIA en España ejemplifican la apuesta por la cooperación internacional, promoviendo sistemas democráticos y respetuosos con los derechos de privacidad y la propiedad intelectual.
A diferencia de los modelos cerrados, controlados por grandes corporaciones, los proyectos abiertos ofrecen ventajas significativas. Permiten mayor transparencia, menores costes y un entorno propicio para que startups y comunidades científicas puedan investigar, modificar y mejorar los modelos de forma colaborativa. En este contexto, países como Suiza, España y Cataluña lideran iniciativas relevantes —como Apertus, Salamandra y ALIA— que desarrollan sistemas multilingües enfocados en aplicaciones educativas, de traducción y asistentes virtuales, respetando las regulaciones europeas.
El auge del código abierto se contrapone a los modelos cerrados, en los que empresas como OpenAI mantienen el control exclusivo sobre sus sistemas, compartiendo solo ciertos parámetros y sin divulgar datos ni arquitectura completa. Sin embargo, según el último informe de Stanford HAI, en el mundo ya operan una treintena de modelos abiertos o parcialmente abiertos, desarrollados por actores chinos, estadounidenses y europeos, que buscan ofrecer alternativas más democráticas y accesibles. Estos modelos ganan terreno, acercándose cada vez más en capacidades a los gigantes tradicionales y favoreciendo la innovación y la competencia en el sector.
Europa ve en este escenario una oportunidad estratégica para convertirse en un referente en la innovación en IA. La voluntad de fortalecer colaboraciones entre países y promover una infraestructura común podría equilibrar la balanza frente a las hegemonías de EE.UU. y China. La creación de plataformas públicas y la inversión en modelos multilingües y transparentes, como Apertus y ALIA, conforman un camino hacia una inteligencia artificial más democrática y controlada por intereses públicos europeos.
De cara al futuro, las autoridades y comunidades científicas subrayan la importancia de unir esfuerzos para que los avances en IA tengan un impacto real en la sociedad, facilitando su acceso a todos los niveles. La competencia seguirá siendo un motor, pero el respeto por la cooperación internacional y la transparencia serán pilares para garantizar una evolución tecnológica ética y sostenible en favor del interés común. Europa, en ese sentido, tiene la oportunidad de redoblar su apuesta por una inteligencia artificial pública, colaborativa y multilingüe que potencie su liderazgo en un mundo cada vez más digitalizado.