Europa otorga un fallo inédito en la disputa por derechos de autor y uso de obras en entrenamiento de IA
Europa enfrenta un caso pionero que podría redefinir el uso de obras protegidas en la inteligencia artificial y su marco legal.
La disputa sobre los derechos de autor y la inteligencia artificial (IA) ha llegado a un escenario judicial inédito en Europa, con la Audiencia de Múnich analizando una demanda presentada por la Sociedad de Reproducción y Difusión Mecánica Musical, conocida como GEMA. La organización reclama una compensación económica por el uso no autorizado de nueve canciones en el proceso de entrenamiento de ChatGPT, incluyendo algunos de los éxitos más populares en Alemania, lo que suscita preocupaciones sobre la protección de los derechos de autor y compositores en la era digital.
Según la demanda presentada, OpenAI, la compañía responsable de ChatGPT, habría utilizado las obras sin la correspondiente licencia, generando, en opinión de GEMA, una vulneración sistemática de derechos de autor. La organización representa a aproximadamente 100.000 miembros, entre compositores, autores y discográficas, y busca que se establezca una regulación clara sobre el uso de obras protegidas en sistemas de inteligencia artificial. La demanda se centra en estas nueve canciones, pero advierte que el caso podría sentar un precedente sobre la utilización de obras protegidas en entrenamientos de IA a nivel europeo.
Desde OpenAI, la defensa argumenta que ChatGPT genera respuestas basadas en lo aprendido durante su entrenamiento, sin replicar exactamente las obras originales. La compañía sostiene que los textos producidos son parcialmente diferentes a los contenidos originales y que su tecnología no funciona mediante una simple acumulación de datos, sino que refleja conocimientos adquiridos, beneficiando, en última instancia, a autores y organizaciones a nivel global.
El proceso, que inició con la audiencia inicial el 29 de noviembre, está pendiente de fallo para el 11 de noviembre. La resolución puede determinar si el caso se eleva a la justicia europea, marcando un precedente en la regulación del uso de obras protegidas en el entrenamiento de sistemas de inteligencia artificial en Europa. Este caso representa un primer gran paso en el debate sobre cómo compatibilizar la innovación tecnológica con la protección de los derechos de las personas creadoras en un contexto cada vez más digitalizado.