El impacto ambiental de la inteligencia artificial, según estudios, es mínimo y no representa una amenaza ecológica significativa
Estudios recientes muestran que el impacto ecológico de la inteligencia artificial, como ChatGPT, es mucho menor de lo que se piensa y no representa una amenaza significativa.

El debate sobre el impacto ambiental de la inteligencia artificial (IA) ha cobrado mayor relevancia en los últimos años, especialmente con la popularización de herramientas como ChatGPT. Sin embargo, estudios recientes indican que su huella ecológica es mucho menor de lo que algunos podrían pensar. El científico Andy Masley, exprofesor de Física y director de Effective Altruism DC, publicó un análisis que detalla el consumo de energía y agua asociado a esta tecnología, concluyendo que su impacto es mínimo e incluso insignificante.
Según Masley, una interacción con ChatGPT consume aproximadamente 3 Wh de energía, una cantidad que, aunque es unas diez veces superior a la de una búsqueda en Google, sigue siendo muy baja en comparación con otras actividades cotidianas. Para ilustrar, con esa cantidad de energía se puede encender una bombilla durante tres minutos, usar el microondas durante diez segundos o pasar la aspiradora en el mismo periodo. A pesar de ser una herramienta avanzada, su consumo energético permanece en niveles muy bajos.
Respecto al uso de agua, Masley explica que casi toda la electricidad producida en Estados Unidos requiere calentar agua para generar vapor, lo que implica un consumo indirecto de agua en cada uso. No obstante, asegura que la cantidad de agua necesaria para una sola consulta a ChatGPT es «insignificante». Para ponerlo en perspectiva, la red eléctrica estadounidense consume 219 billones de litros de agua anualmente, y cada interacción con la IA representa solo una gota en ese vasto océano.
En cuanto al impacto global, algunos críticos argumentan que el uso masivo de IA podría tener consecuencias ambientales considerables. Sin embargo, Masley advierte que evitar actividades como volar a Europa puede ahorrar la misma cantidad de energía que 3,5 millones de consultas a ChatGPT. Además, compara el impacto de ser vegano durante un año con el de usar ChatGPT 400.000 veces, sugiriendo que el impacto individual del uso de esta tecnología es muy reducido.
Por ello, el científico concluye que enfocar el activismo climático en el uso de ChatGPT y similares desvía la atención de problemas mayores y más urgentes en la lucha contra el cambio climático. En definitiva, la evidencia muestra que el impacto ecológico de interactuar con ChatGPT es mínimo y que las preocupaciones excesivas pueden distraer de las acciones que realmente pueden marcar la diferencia en la crisis ambiental global.