El impacto ambiental de las herramientas de inteligencia artificial: alto consumo de agua y energía en centros de datos

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El impacto ambiental de las herramientas de inteligencia artificial: alto consumo de agua y energía en centros de datos

Las herramientas de inteligencia artificial requieren grandes recursos, generando un impacto ambiental notable en consumo de agua, energía y emisiones.

Descripción

Nuestras actividades digitales están teniendo un impacto ambiental que muchas veces pasamos por alto. La investigadora española Marina Otero Verzier, especializada en la huella ecológica de los centros de datos, explica que las herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT no son entidades etéreas, sino infraestructuras que requieren enormes cantidades de energía y agua. Cada consulta a esta plataforma consume aproximadamente medio litro de agua y genera una significativa cantidad de emisiones, debido al proceso computacional intensivo en maquinaria que funciona las 24 horas del día durante todo el año.

Un centro de datos de tamaño reducido puede llegar a utilizar alrededor de 25 millones de litros de agua anualmente, cifra que se multiplica exponencialmente en instalaciones mucho más grandes. Comparado con una búsqueda en Google, el consumo de energía de ChatGPT es aproximadamente diez veces mayor, lo que roza un problema en un contexto donde la utilización de estas herramientas crece de manera exponencial para tareas cotidianas, desde consultas sencillas hasta la creación de imágenes con estética de estudio Ghibli.

Uno de los principales obstáculos para entender esta problemática es la percepción de que toda la infraestructura física detrás de estas herramientas funciona en la nube, una metáfora de marketing que oculta la realidad: millones de servidores, turbinas y sistemas de refrigeración que consumen recursos naturales y energía. Además, las empresas del sector suelen ser opacas en cuanto a sus datos reales de consumo; solo en algunas regiones, como Chile y la Unión Europea, se están promoviendo esfuerzos para que estas compañías divulguen sus cifras oficiales en portales de transparencia.

Las consecuencias de este uso intensivo de recursos son preocupantes: el aumento de emisiones que contribuyen a la crisis climática, el sobreexplotamiento del agua en zonas secas o con altas temperaturas, y las tensiones territoriales derivadas del consumo de recursos en regiones ya vulnerables. En ciudades como Londres y Texas, se han implementado medidas para reducir el impacto, como detener ciertos proyectos residenciales o exigir a los centros de datos que generen su propia energía mediante fuentes renovables, para evitar saturar las redes eléctricas públicas.

Frente a estos desafíos, la solución no pasa por dejar de utilizar la inteligencia artificial, sino por un uso más responsable y consciente. Se proponen estrategias como incorporar energías renovables en los centros de datos, reducir el consumo de agua potable mediante refrigeración con agua reciclada, y fomentar la transparencia para que la sociedad comprenda qué recursos se emplean en estas infraestructuras. Los expertos también sugieren que los usuarios reflexionen sobre sus hábitos digitales, limitando el uso innecesario de estas herramientas o gestionando su consumo de manera más sostenible, del mismo modo que se ahorra agua cerrando el grifo.