El impacto económico y ambiental de ser cortés con las inteligencias artificiales en la era digital

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El impacto económico y ambiental de ser cortés con las inteligencias artificiales en la era digital

¿Ser cortés con las máquinas tiene un impacto económico y ambiental que vale la pena considerar en la era digital?

Descripción

En la era actual, donde la interacción con la inteligencia artificial (IA) se ha vuelto cotidiana, surge una interrogante sobre la etiqueta digital: ¿deberíamos ser corteses con las máquinas? Algo tan simple como decir "por favor" o "gracias" al comunicarnos con chatbots podría estar teniendo un impacto económico y ambiental considerable.

Una publicación en la plataforma X (antes Twitter) planteó la cuestión de cuánto dinero podría haber perdido OpenAI en electricidad solo por las interacciones corteses de los usuarios. El CEO de OpenAI, Sam Altman, respondió que estas acciones podrían haber costado decenas de millones de dólares, pero agregó que ese dinero se considera un "buen gasto", pues refleja un uso responsable de recursos en un contexto aún en evolución.

Este debate pone en evidencia el costo energético de los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT, que dependen de servidores altamente potentes y consumen una cantidad significativa de electricidad incluso con respuestas cortas. Según un estudio realizado por Future PLC en febrero, más del 70% de los usuarios interactúan con IA de manera cortés, y un 12% lo hace por precaución, temiendo posibles rebeliones de los sistemas de inteligencia artificial en el futuro.

Expertos y usuarios advierten que estas comunicaciones amables podrían mejorar la calidad de las respuestas, ya que los mensajes bien estructurados y corteses suelen generar respuestas más precisas y menos sesgadas, favoreciendo la fiabilidad de los sistemas de IA. Sin embargo, también se plantea si esta cortesía digital representa un lujo innecesario en un contexto donde el gasto energético y el impacto ecológico importan cada vez más.

En última instancia, la decisión continúa en manos del usuario: pagar un precio energético y económico por ser educado con las máquinas o mantener una interacción más sencilla. Aunque cada "por favor" y "gracias" puede contribuir a un mayor consumo de recursos, para algunos, formar parte del protocolo digital se ha convertido en un acto que refleja los valores sociales en la interacción con nuevas tecnologías, mientras otros consideran que la eficiencia y la sostenibilidad deberían primar en esta relación. La cuestión de si la cortesía influirá en la calidad y el trato que las futuras IA brindarán a los usuarios sigue abierta, en un escenario donde cada interacción tiene un costo visible para el planeta y para las finanzas de las grandes empresas tecnológicas.