El uso de inteligencia artificial en la educación plantea desafíos para el desarrollo del pensamiento crítico y la equidad social

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El uso de inteligencia artificial en la educación plantea desafíos para el desarrollo del pensamiento crítico y la equidad social

El creciente uso de inteligencia artificial en educación genera debates sobre su impacto en el pensamiento crítico y la igualdad entre estudiantes.

Descripción

El uso de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT se ha consolidado como un recurso valioso para el estudio, pero también plantea importantes desafíos para el sistema educativo. La incorporación de estas tecnologías, que en muchos casos se utilizan para automatizar tareas o facilitar la resolución de dudas, ha generado debates sobre su impacto en el proceso de aprendizaje y en la equidad entre el alumnado.

Según un informe elaborado por Ayuda en Acción y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el 43% del alumnado de grado superior en formación profesional ya usa inteligencia artificial, porcentaje que se eleva al 77% en tareas relacionadas con trabajos académicos. Sin embargo, el uso predominante de la IA como instrumento en lugar de una herramienta para potenciar el pensamiento crítico favorece un aprendizaje más superficial y acelerado, pero menos profundo.

Esta tendencia erosiona el rol del profesorado y su criterio, ya que el alumnado acepta sin cuestionar la información generada por la IA y depende cada vez más de ella para resolver dudas. Aunque el profesorado sigue siendo fundamental en áreas donde la experiencia y las situaciones particulares no pueden ser reemplazadas por la tecnología, la automatización de tareas y la dependencia de la IA amenazan el desarrollo del pensamiento crítico y la orientación profesional.

Un aspecto relevante destacado por el informe es la diferencia en el uso de la IA según el entorno familiar. El alumnado cuyas familias tienen estudios superiores tiende a usar menos la inteligencia artificial para resolver dudas y recurre más a sus padres, favoreciendo así la interacción y el desarrollo del pensamiento crítico. En cambio, quienes carecen de ese apoyo dependen más de la IA, lo que puede profundizar las desigualdades existentes en el sistema educativo.

Estas desigualdades, además, están exacerbadas por el entrenamiento sesgado de muchas herramientas de IA y el modo en que se emplean en la práctica educativa. Aunque la tecnología presenta un potencial significativo para mejorar la enseñanza y favorecer la innovación, su uso desmedido y sin criterios adecuados puede fortalecer las brechas sociales y perjudicar el aprendizaje profundo.

El informe concluye que, para aprovechar las oportunidades que ofrece la inteligencia artificial, es imprescindible priorizar un enfoque que promueva la equidad social, la mejora del sistema educativo y el bienestar del alumnado y del profesorado. Solo así será posible integrar estas tecnologías en la educación de manera responsable y efectiva, evitando que contribuyan a reproducir desigualdades y a un aprendizaje superficial.